Si su bebé llora mucho, es posible que esté sufriendo cólico recién nacido.
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¿Por qué ocurren los cólicos del recién nacido?
Para expresarse y mostrar que algo anda mal, un bebé llora. Por eso, debemos prestar atención a las pequeñas señales que nos permitirán comprender qué es lo que está mal.
Casi todos los bebés experimentarán cólicos en algún momento de su vida. Esto se debe a que, al inicio de su vida, su sistema digestivo aún no está formado y se producen trastornos. Estos trastornos digestivos aparecen entre las 6 y 8 semanas y continuarán hasta el 4º mes de vida.
Lo primero que hay que saber: el cólico infantil es un síntoma, no una enfermedad. Se trata de espasmos, cuyos picos de intensidad son lo suficientemente altos como para hacer llorar al bebé, lo que provoca aún más ansiedad en los padres.
También conviene aclarar que no se tiene en cuenta el modo de alimentación: los bebés amamantados son tan propensos a sufrir estos malestares estomacales como los alimentados con biberón.
Las causas de los cólicos infantiles son bastante numerosas. Estas son las principales hipótesis que explicarían las crisis:
- Un sentimiento de ansiedad relacionado con su reloj biológico: el bebé aún no ha creado su ciclo de sueño/vigilia y la ansiedad puede generar esos dolores de estómago.
- Deposiciones por inmadurez del sistema digestivo y/o desequilibrio de la flora intestinal.
- Alergia a la leche de vaca (de ahí la ventaja de consultar al médico).
Finalmente, tenga en cuenta que el cólico recién nacido No tienen nada que ver con la diarrea. Durante los cólicos, las heces del bebé son comunes.
Identificar los síntomas para entender de dónde viene el dolor.
Cuidar a un bebé con cólicos requiere mucha paciencia. Estos niños lloran intensamente durante más de 3 horas al día.
Se endurecen, se ponen rojos, se arquean, se ponen las patitas sobre el estómago, se contraen… En definitiva, sufren. Sin embargo, este fenómeno es frecuente y desaparece con el paso de las semanas.
El cólico es un problema de maduración del sistema digestivo: el colon se contrae y provoca espasmos. Estos ataques suelen ocurrir por la noche en niños por lo demás sanos.
Esto es lo que guiará el diagnóstico, ya que un bebé que come bien, duerme lo suficiente y defeca con regularidad goza de buena salud.
En caso de epidemia de gastroenteritis, el niño tendrá fiebre y también puede sufrir diarrea y vómitos.
Por otro lado, un bebé que no ha defecado durante al menos 2 días puede estar estreñido.
Las infecciones del tracto urinario también pueden causar dolor de estómago y espalda baja. Notará que algo anda mal cuando huela un olor diferente en la orina.
Las hernias también son bastante comunes en los bebés. Notarás una pequeña bola en la parte superior de la cadera. Suele ser una malformación presente desde el nacimiento (intestino que sale de la cavidad abdominal). Generalmente se resuelve solo, pero también puede requerir una pequeña intervención.
Consejos para aliviar los cólicos del recién nacido
Los bebés con cólicos necesitarán cariño y abrazos para consolarse. Para aliviarlo, también puedes masajear suavemente tu estómago para ayudarte a evacuar los gases.
La otra técnica, para animarlo y aliviarlo al mismo tiempo, será estirarlo sobre el antebrazo. Cómoda para los bebés, esta posición te permitirá aplicar una suave presión en la barriga para obtener el mayor beneficio posible.
Si está amamantando, un período de cólicos no debería incitarla a dejar de hacerlo. Por el contrario, la leche materna es la más adecuada para el bebé. Para los niños alimentados con biberón, las tetinas o biberones anticólicos también son una alternativa a probar.
La gastroenteritis requiere reposo y buena hidratación. Considere agregar una solución de rehidratación oral para compensar las pérdidas de electrolitos y restaurar el nivel de minerales del cuerpo.
En caso de estreñimiento, confíe en la fibra. También es posible introducir en la leche un poco de agua rica en magnesio (no más de uno o dos vasos al día).
También puedes aliviar el malestar estomacal colocando una bolsa de agua caliente (envuelta en una toalla) sobre el estómago de tu bebé.